La economía europea tiene poca fuerza en su recuperación, con un crecimiento del 0,3% en el segundo trimestre. Este bajo crecimiento se debe principalmente a la contracción en Alemania y en el sector industrial en general. Alemania, el país más grande de la UE, retrocedió una décima en este periodo, mientras que la producción industrial en la zona euro sigue teniendo dificultades para recuperar su nivel previo a la pandemia.
A pesar de estos datos negativos, hay algunas noticias positivas en el panorama económico europeo. El empleo ha aumentado un 0,2% respecto al primer trimestre del año, lo que indica cierta estabilidad en el mercado laboral. El índice de desempleo en la zona euro se sitúa en un 6,5%, cerca de su nivel más bajo en la serie estadística.
La crisis energética y de precios, provocada por los altos costos del gas durante la invasión rusa en Ucrania, ha afectado especialmente a la industria, que es el sector que más energía consume. Esto ha generado un incremento de costos que ha impactado negativamente en aquellos países y sectores que dependían en gran medida del gas ruso como fuente de energía.
Según Ángel Talavera, director de análisis de la economía europea de Oxford Economics, la economía europea sigue creciendo, pero a un ritmo débil debido al mal desempeño de Alemania y del sector industrial en general. Las perspectivas para el sector manufacturero no son alentadoras, con una debilitamiento de la entrada de pedidos y una presión creciente sobre los costos.
Los indicadores de sentimiento económico en Alemania muestran una caída importante, lo que refleja un deterioro en las expectativas económicas del país. A nivel europeo, el índice de sentimiento económico se sitúa por debajo de 100 en la zona euro y en la UE, lo que indica una tendencia negativa en la economía.
Ante este panorama, se espera que el Banco Central Europeo (BCE) pueda optar por una nueva rebaja de tipos de interés en su próxima reunión en septiembre para estimular el crédito y la actividad económica. Las últimas cifras de inflación están en línea con las previsiones del BCE, lo que podría allanar el camino para una reducción de tipos en las próximas semanas.
En resumen, la economía europea enfrenta desafíos significativos en su proceso de recuperación, con un crecimiento débil, presiones inflacionarias y un sector industrial que sigue luchando por recuperarse. La incertidumbre económica persiste, y las decisiones de política monetaria serán clave para impulsar la actividad económica en la región.