La campaña electoral en Estados Unidos ha experimentado un giro inesperado en las últimas semanas, convirtiéndose en una de las más dinámicas e inciertas de la historia. Tras la decisión del presidente Joe Biden de retirarse de la contienda por la reelección, el Partido Demócrata ha depositado sus esperanzas en la candidatura de Kamala Harris a la presidencia del país.
Según el promedio de las encuestas nacionales de FiveThirtyEight, Harris lidera las preferencias con un 46,1% frente a su rival republicano, el expresidente Donald Trump, que cuenta con un 43,4%. Estos números han generado entusiasmo en el equipo de Harris, especialmente considerando que antes de la retirada de Biden, el Partido Demócrata se encontraba 3,2 puntos por debajo de los republicanos en las encuestas.
La vicepresidenta Harris ha logrado posicionarse como favorita en estados clave como Wisconsin, Pensilvania y Michigan, lo que la coloca en una posición ventajosa de cara a las elecciones del 5 de noviembre. Sin embargo, a pesar de este optimismo, en el interior de la campaña demócrata se mantienen cautelosos, recordando que la elección se define por un pequeño número de votos en unos pocos estados.
Uno de los factores que ha contribuido al éxito de Harris en las encuestas es su capacidad para representar una amplia diversidad de votantes. Con raíces multiculturales y una trayectoria en la justicia como fiscal general de California, Harris se ha convertido en una candidata de “múltiples identidades”, capaz de conectar con diferentes sectores de la sociedad.
La elección de Tim Walz, gobernador de Minnesota, como compañero de fórmula de Harris ha fortalecido aún más la candidatura demócrata. Walz, con su popularidad entre los votantes de la clase trabajadora rural y su experiencia legislativa, aporta estabilidad y un mensaje sólido a la campaña de Harris.
La cercanía de Harris con los votantes, su frescura y su carácter espontáneo han marcado un nuevo tono en la campaña demócrata. Su capacidad para comunicarse de manera efectiva con diferentes audiencias y su sentido del humor han contribuido a generar un ambiente positivo en torno a su candidatura.
A pesar de los logros de Harris en las encuestas, la campaña demócrata es consciente de que la “luna de miel” con la candidata no durará para siempre. Sin embargo, la velocidad y dinamismo de una campaña corta pueden jugar a su favor, manteniendo el entusiasmo y la atención del electorado.
En resumen, la candidatura de Kamala Harris ha logrado dar un giro a las encuestas a favor de los demócratas, gracias a su capacidad para representar la diversidad, su elección de un compañero de fórmula sólido y su cercanía con los votantes. Aunque la campaña sigue siendo incierta, Harris ha demostrado ser una candidata con potencial para llegar a la presidencia de Estados Unidos.